Lo que me apasiona de la Historia es llegar a conocer qué pensaban y cómo vivían las gentes que nos precedieron. En este sentido, la Prehistoria es doblemente apasionante, pues, a partir de unos indicios escasísimos (si los comparamos con las fuentes que existen para el conocimiento de otras épocas) se pretende reconstruir los primeros pasos de nuestra especie.
Uno imagina qué pensamientos rondaban por aquellos seres que acababan de abandonar su parentesco con los antepasados que compartimos con los monos, y pensaban, mirando a su alrededor, mirando las estrellas, mirando todo lo que le rodeaba...y sintiendo cómo un escalofrío les recorría el cuerpo, pues eran conscientes de que, además de su instinto, su mente empezaba a almacenar cosas, a crear pensamientos.
Siempre me he acercado a la Historia como un aprendiz. Cuando más leo, más aprendiz me siento. Por eso, amigos y pacientes lectores, todo lo que vierta en estas páginas van a ser balbuceos, perogrulladas e ingenuos pensamientos de un niño cuarentón que disfruta estudiando la Historia.
El título de mi blog (y de esta entrada) se lo he robado a un hombre genial y sabio: Carl Sagan, que tituló así uno de los capítulos de su genial Cosmos. El espinazo de la noche, está inspirado en el nombre que un grupo de hombres pusieron a la Vía Láctea. Hombres que se reunían en torno al fuego y repasaban sus ancestros. Que miraban al cielo y plasmaban en él todos sus anhelos, sus miedos...sus vidas. Me pregunto qué pensaban los hombres que acompañados de un hacha de mano se asomaban a los acantilados de la foto.
Nosotros, hombres (y mujeres) del siglo XXI andamos a vueltas con el eslabón perdido. Una ficción periodística que, sin embargo, indica algo: no hemos logrado reconstruir nuestro árbol filogenético. Damos pasos importantes. De vez en cuando aparece un fósil aquí y allá. En Cataluña, en Orce, en Murcia (por favor, ¿cuándo se va a hacer justicia con los hallazgos neanderthales del profesor Walker?), en Chad...Hay decenas de propuestas sobre qué rama se extinguió antes y de cuál partió la que llegaría hasta nuestra especie. ¿Tan importante es? Bastante, pues llevamos ya bastante tiempo preguntándonos sobre nuestros orígenes ¿Acaso no es inherente a nuestra especie hacerse preguntas?